lunes, 21 de febrero de 2011

Las TIC y nuestro compromiso

Los medios de comunicación siempre han sido buenos acompañantes en los procesos educativos, sin embargo no podemos desconocer que su efectividad en este campo depende en gran medida de la forma como sean utilizados y la finalidad que se pretenda alcanzar. Las TIC, como indudable revolución de los medios, no escapan a este principio, y la efectividad que ellas puedan tener sobre los procesos educativos depende en gran medida de la responsabilidad con que sean aplicadas por quienes se han convertido en sus promotores y también por la forma como sean asumidas por quienes se busca reciban sus beneficios, en este caso los estudiantes.

Existe un grave problema en nuestra cultura latinoamericana, y es el hecho de creer en soluciones mágicas o milagrosas a nuestros más grandes problemas, con el mínimo esfuerzo por parte de nosotros. Es esto lo que nos ha llevado a creer en falsos profetas y salvadores que bajo el adjetivo de revolucionarios y a través de discursos demagógicos plagados de ilusiones nos han hacen creer que tienen las soluciones debajo del brazo y que como por arte de magia nos llevaran al paraíso sin ni siquiera mover un dedo, dejando al final tan solo un rastro de desilusión y desastre difícil de remediar. Algo similar puede ocurrirnos con el uso de nuevas metodologías y herramientas en el campo educativo sino podemos asumir con verdadero compromiso la apropiación de las mismas y el uso acorde a nuestras reales necesidades.

El uso en la educación de una herramienta tan poderosa como los son las TIC requiere en mucho el compromiso de todos nosotros, cambiando nuestra forma de concebir el mundo y en especial asumiendo en su más alto nivel el significado de educar y educarse, enseñar y aprender. Si es cierto que una herramienta puede ser de gran utilidad para el desarrollo de un proceso educativo, también lo es el hecho de que esto implica un mayor compromiso por parte de sus actores, de tal manera que no solo se aseguren los  problemas de acceso a algunos niveles de educación, en especial la educación superior, sino también el alcance de unos objetivos que garanticen una educación con calidad. No se puede asumir el uso de herramientas por el simple hecho de estar a la par con la moda, sino buscando su verdadera utilidad y poniendo en ellas a flote todo el potencial tanto de las personas como de las entidades encargadas de dirigir los procesos educativos.  

Creo que, si bien no podemos desconocer la importancia de estas herramientas, haciéndolas a un lado, tampoco debemos convertirnos en fanáticos defensores a ultranza de su utilidad, por que cualquiera de los dos extremos tarde o temprano pueden convertirse en fatalidades pedagógicas que terminen llevando a los involucrados el fracaso total. Las TIC debe ser las herramientas que nos den una mano para alcanzar el exito y no el facilismo del fracaso.

Aunque hacemos parte activa del Diplomado Formación de Formadores, cuyo principal objetivo es promover en su máxima expresión, acorde a los principios de la UNAD, el uso de las TIC en los procesos educativos, y de hecho compartimos su real utilidad a todo nivel, no podemos negarnos la posibilidad de mantener una visión critica ante su uso indiscriminado y a veces poco responsable. Únicamente desde esta perspectiva podremos contribuir a mejorar tales procesos en busca de crear alternativas verdaderamente útiles para la educación que pretendemos ayudar a impartir.

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